viernes, 8 de abril de 2011

Enfermedades Hepaticas

Conocimientos básicos sobre el hígado
El hígado es uno de los órganos más importantes del cuerpo humano. Está ubicado en la zona superior del abdomen en el lado derecho, por debajo de las costillas y pesa aproximadamente 1,5 kg. Un hígado normal es suave y flexible, está conectado directamente al intestino delgado por medio del conducto biliar, el cual transporta la bilis que se produce en el hígado hacia el intestino delgado donde es utilizada para la digestión.
El hígado funciona como una gran fábrica química. Casi toda la sangre que sale del estómago e intestino pasa por el hígado. Entre las muchas funciones que el hígado cumple están las siguientes:

  •  Producción de bilis y otras enzimas (proteínas) digestivas.
  •  Producción de proteínas que ayudan a la coagulación de la sangre.
  •  Metabolismo del colesterol.
  •  Almacenamiento de glicógeno que sirve de combustible a los músculos.
  •  Mantención de los niveles hormonales.
  •  Regulación de los niveles hormonales.
  •  Metabolización (descomposición) de medicamentos, alcohol y otras drogas.

Considerando todas las funciones del hígado, no es sorprendente que las enfermedades hepáticas alteren todas las demás funciones del cuerpo. Una de las enfermedades más importantes es la cirrosis.

Imagen tomada 4/8/2011 de: http://www.mybwmc.org/library/34/100090

¿Qué es la cirrosis?

Cuando hay una cirrosis, el hígado forma nódulos delimitados por tejido fibroso. La funcionalidad de estos nódulos no es igual a la del hígado normal.
La cirrosis es la consecuencia de un daño acumulado en el hígado, habitualmente durante varios años, que se caracteriza por la acumulación de fibrosis (“cicatrices”) en el tejido hepático. Estos cambios del tejido interfieren con la estructura y funcionamiento normal del hígado, ocasionando serias complicaciones en la circulación de la sangre a través de dicho órgano y en sus funciones.


Causas que pueden desencadenar la cirrosis hepática, entre las principales están:
  •  Virus de hepatitis B, hepatitis C, y hepatitis D.
  •  Consumo excesivo de alcohol.
  •  Hígado graso no alcohólico (también llamada esteatohepatitis no alcohólica): Condición frecuente en la población general, asociada a diabetes y obesidad.
 Enfermedades hereditarias o congénitas como:
  •  Hemocromatosis, en la cual se acumula hierro dentro del hígado dañado el tejido.
  •  La enfermedad de Wilson, la cual es causada por una alteración en el transporte del cobre, acumulándose en el hígado y en otros tejidos.
  •  Ausencia de proteínas específicas o enzimas para metabolizar diferentes substancias en el hígado, como la deficiencia de alfa 1-antitripsina.
  •  Reacción severa a drogas o medicamentos.
  •  Exposición prolongada a agentes tóxicos en el medio ambiente.
  •  Ciertas enfermedades del corazón (insuficiencia cardiaca).
  •  Obstrucción prolongada del conducto biliar, como la colangitis esclerosante.


¿El beber excesivamente puede llevar a una persona a adquirir cirrosis?
Muchas personas que ingieren alcohol en cantidades excesivas desarrollan cierto grado de daño al hígado, pero no necesariamente lleva a la cirrosis hepática. Entre aquellos individuos que consumen entre 200 y 400 mL de alcohol diariamente por un período de 15 años o más, aproximadamente una tercera parte desarrollará cirrosis hepática, otra tercera parte desarrollará hígado graso y el resto tendrá problemas hepáticos leves.
En general, mientras más beba y mientras más frecuente y regularmente lo haga, mayor será la probabilidad de que termine desarrollando cirrosis del hígado.
El alcohol por sí sólo en cantidades excesivas es un tóxico que puede causar cirrosis.




Imagen tomada 4/7/2011 de http://farm3.static.flickr.com/2242/2334084292_f998996c1e.jpg?v=0

No se saben las razones por qué algunos individuos son más propensos que otros a los efectos del alcohol. Las mujeres toleran peor el alcohol que los hombres. Muchos investigadores creen que la razón de esto es que los hombres tienen una habilidad mayor que las mujeres para metabolizar y eliminar el alcohol. Investigaciones indican que las mujeres, aún consumiendo menos alcohol que los hombres, desarrollan cirrosis más frecuentemente que los hombres.

¿La hepatitis siempre resulta en cirrosis?
Algunos pacientes con hepatitis crónica viral desarrollan cirrosis, Hay 5 tipos conocidos de virus causantes de hepatitis.
  •  La hepatitis aguda de tipo A y la hepatitis E no llevan a la hepatitis crónica.
  •  La hepatitis tipo B aguda lleva a una infección crónica en el 5% de los pacientes adultos. En una minoría de estos pacientes, la hepatitis crónica progresa a cirrosis.
  •  La hepatitis aguda tipo D afecta sólo a individuos previamente infectados con el virus de la hepatitis B.
  •  La hepatitis aguda tipo C se convierte en crónica en aproximadamente 80% de los adultos infectados. Una minoría de estos pacientes (20 - 30%) progresará a cirrosis hepática en un período de varios años (10 a 30 años).

¿Cuáles son los signos y síntomas de la cirrosis?
El principio de la cirrosis es por lo general silencioso siendo muy pocos los síntomas específicos. A medida que se acumula el daño en el hígado, pueden aparecer los siguientes síntomas:
  •  Pérdida de apetito.
  •  Malestar general.
  •  Náusea y vómitos.
  •  Pérdida de peso.
  •  Agrandamiento del hígado.
  •  Ictericia o coloración amarilla de la piel y la parte blanca de los ojos, debido a la acumulación de la sangre cuando el hígado no es capaz de eliminar bien la bilis.
  •  Prurito o picazón.
  •  Ascitis o líquido en el abdomen, por mala circulación de la sangre en el hígado.
  •  Vómitos con sangre, por ruptura de venas (várices) en la parte baja del esófago.
  •  Hipersensibilidad (sensibilidad aumentada) a los medicamentos, provocada por mal funcionamiento del hígado.
  •  Encefalopatía o cambios del estado de conciencia, los que pueden ser sutiles (confusión) o profundo (coma).
El diagnóstico de la cirrosis puede ser inesperado. Una persona puede presentarse al médico con síntomas que no aparezcan de enfermedad hepática y luego de un examen físico y análisis de sangre descubrir que tiente cirrosis.

Tratamiento
El tratamiento para la cirrosis depende del tipo de cirrosis que padezca la persona, el tiempo que haya durado la enfermedad y el daño permanente que haya sufrido el hígado. Algunas veces el daño que sufren el hígado se puede corregir si se encuentra la causa específica de la cirrosis y se da el tratamiento adecuado.
  •  En el caso de la cirrosis alcohólica, la abstención total y una dieta balanceada son partes importantes del tratamiento.
  •  En el caso de la cirrosis secundaria a hepatitis viral, se usan medicamentos para aumentar la respuesta del sistema de inmunidad contra el virus, como el interferón.
  •  En casos de cirrosis causada por hepatitis autoinmune, los corticosteroides solos o combinados con la azatioprina pueden ser un tratamiento efectivo.
  •  En los pacientes cirróticos con ictericia, el tratamiento suplementario con vitaminas liposolubles pueden ayudarlos.
  •  En el caso de la enfermedad de Wilson, se eliminan las cantidades excesivas de cobre en el organismo por medio de medicamentos.
  • En la hemocromatosis, se elimina el exceso de hierro por medio de flebotomías (extracción de sangre).
  •  Muchos tipos de cirrosis requieren un trasplante de hígado cuando la insuficiencia hepática está avanzada.

Complicaciones de la cirrosis
Las complicaciones de la cirrosis incluyen la ascitis, la encefalopatía hepática y la hemorragia por ruptura de várices esofágicas.
  •  La ascitis es tratada reduciendo la ingesta de sal más la administración de diuréticos. En algunos casos es necesaria la evacuación directa de grandes cantidades de líquido en el abdomen por medio de un catéter a través de la pared abdominal, también llamado paracentesis.
  •  El tratamiento del coma hepático o principio de coma (encefalopatía hepática) requiere medicamentos específicos, reducir la ingesta de proteínas y el control de la hemorragia digestiva.
  •  El tratamiento de las hemorragias por las várices esofágicas incluye tratamientos endoscópicos como la ligadura o escleroterapia (inyección directa de una sustancia química que destruye la várice en su interior) y otros tratamientos como medicinas que disminuyen la tendencia a sangrar, compresión de una várice sangrante por medio de balones inflables especiales y un procedimiento llamado shunt protosistémico intrahepático transyugular (TIPS).


Los pacientes con cirrosis son propensos a desarrollar infecciones bacterianas, trastornos en el funcionamiento del riñón, úlceras estomacales, cálculos en la vesícula, cierto tipo de diabetes y cáncer del hígado.


Prevención
  •  No beba en exceso
  • Evite el uso de bebidas alcohólicas. El alcohol destruye las células del hígado. El grado de regeneración de las células del hígado varia de persona a persona. Un daño previo al hígado por virus desconocidos o sustancias químicas pueden afectar el proceso de regeneración.
  •  Tome precauciones al usar productos químicos.
El hígado tiene que procesar mucho compuestos químicos que no existían en el pasado. Se necesitan más investigaciones para determinar el efecto de estos compuestos. Cuando use productos químicos en su trabajo, al limpiar su casa o al trabajar en el jardín tome las siguientes precauciones:
  •  Asegúrese de que haya buena ventilación.
  •  Use el producto siguiendo las instrucciones.
  •  Nunca mezcle substancias químicas.
  •  Evite el contacto de estas substancias con su piel, pues se pueden absorber a través de ella y lávese prontamente si esto ocurre.
  •  Evite inhalar substancias químicas.
  •  Use ropa que lo proteja.
  •  Busque ayuda médica.

Manténgase bajo cuidado médico si desarrolla una hepatitis viral hasta que su mejoría esté asegurada.
El hígado es un órgano grande, con gran reserva funcional, capaz de seguir desempeñando sus funciones vitales aunque esté dañado. También tiene la capacidad de repararse a sí mismo en cierto grado. Las células que mueren pueden se reemplazadas por otras nuevas. Si la causa de la cirrosis puede ser eliminada, estos factores ayudan a tener cierta mejoría y a desempeñar una
El hepatocarcinoma es el tumor maligno primario más frecuente del hígado. Este tumor se conoce también como:
• Carcinoma hepatocelular (HCC, hepatocellular carcinoma)
• Hepatoma
• Cáncer hepático

Habitualmente el hepatocarcinoma aparece en personas que ya tienen alguna enfermedad hepática como hepatitis crónica por virus B o C, o cirrosis.

Características clínicas
Muchas veces el hepatocarcinoma no produce síntomas. No es raro que se manifieste como descompensación de la función hepática en un paciente con una cirrosis hepática estable. Cuando existen manifestaciones, lo más habitual es que se presenten síntomas inespecíficos como baja de peso, dolor abdominal, saciedad precoz o masa palpable.
Otros síntomas pueden ser derivados del efecto de masa del tumor, como ictericia obstructiva o hemorragia intraperitoneal. Menos frecuentemente se observan síntomas paraneoplásicos tales como diarrea, eritrocitosis, hipercalcemia, hipoglicemia o manifestaciones cutáneas.

Imágenes
El diagnóstico del hepatocarcinoma se ha facilitado en el último tiempo gracias a los avances de las técnicas de imágenes dinámicas:
  •  TAC (tomografía axial computada, CT, scanner) de abdomen
  •  RNM (MRI, resonancia nuclear magnética) de abdomen
En pacientes que tienen síntomas sugerentes, se sugiere ir directamente a algunas de las técnicas mencionadas.

El desafío del diagnóstico del hepatocarcinoma es la detección de lesiones en etapas más precoces, más susceptibles de tratamientos radicales con intención curativa. La detección de hepatocarcinoma (vigilancia) requiere definir la población en riesgo aumentado de desarrollar estos tumores. Existe clara evidencia de que la cirrosis por sí misma, independiente de la causa, es un factor de riesgo para el desarrollo de hepatocarcinoma. Sin embargo, la cirrosis secundaria a hepatitis viral crónica B y C, la hemocromatosis y la cirrosis alcohólica presentan el mayor riesgo. Los pacientes con hepatitis B crónica están en riesgo de presentar este tumor, incluso antes de desarrollar cirrosis.
Actualmente se acepta que las personas en riesgo de desarrollar hepatocarcinoma (todos los sujetos con cirrosis, independiente de la causa) deben someterse a exámenes para la detección precoz de este tumor. La estrategia más aceptada es la realización de una ecografía (ultrasonido o ecotomografía) abdominal cada 6 meses. A esto se agrega la determinación de niveles de alfa fetoproteína (AFP) en sangre.


- Ecografía abdominal
También llamada ecografía o ultrasonido. Es un examen no invasivo que permite obtener imágenes del hígado mediante la utilización de ondas de ultrasonido. Es el examen más utilizado para la vigilancia de hepatocarcinoma. Tiene la ventaja de ser relativamente barato y no requerir de medio de contraste intravenoso. El hepatocarcinoma se identifica como una lesión habitualmente hipoecogénica, aunque a medida que crece puede hacerse iso o hiperecogénica. Sin embargo, la sensibilidad de la ecografía para detectar hepatocarcinoma es relativamente baja, del orden de 40 a 80%, según diferentes estudios. Una imagen sospechosa en la ecografía requiere siempre de una imagen confirmatoria (TAC o resonancia). El uso de medio de contraste para ecografía aumenta su sensibilidad, pero su uso está restringido a pocos centros actualmente.

Imagen tomada 4/7/2011 de : http://www.clinicadam.com/salud/6/1058.html
- TAC de abdomen
La tomografía axial computada (TAC), también llamada CT scan o scanner, es una poderosa técnica para la obtención de imágenes hepáticas. La técnica actual de elección es el TAC dinámico helicoidal multicorte. Esto implica la inyección de medio de contraste intravenoso muy rápidamente, con obtención de imágenes precoces rápidamente en la fase arterial, portal y tardía (TAC trifásico). El hepatocarcinoma, al ser un tumor muy vascularizado, presenta un comportamiento típico en el TAC, consistente en el reforzamiento de la señal en la fase arterial (nódulo hipervascular). La sensibilidad del TAC dinámico helicoidal para detectar hepatocarcinoma puede sobrepasar el 90%.


- Resonancia nuclear magnética
Se le conoce como RNM o MRI. Es una técnica relativamente más nueva que el TAC, por lo que la experiencia del radiólogo que la interpreta es muy importante. Tiene la ventaja de usar medios de contraste que no son nefrotóxicos. Su sensibilidad es igual o superior a la del TAC en detectar lesiones tumorales hepáticas, particularmente en hígados cirróticos. Tiene la ventaja sobre el TAC de diferenciar nódulos displásticos de hepatocarcinoma, y de caracterizar mejor otras lesiones hipervasculares como el hemangioma.

Imagen tomada 4/7/2011 de : http://www.diariosur.es/20080229/andalucia/biomedicina-listas-espera-20080229.html
- Otras técnicas
Ocasionalmente se emplean técnicas de imágenes más invasivas para confirmar el diagnóstico como la angiografía hepática. Actualmente se reserva casi exclusivamente cuando se planea un tratamiento en la misma sesión (quimioembolización). El PET (positron emission tomography) scan no se usa rutinariamente para el diagnóstico de hepatocarcinoma.

Marcadores tumorales
La alfa fetoproteína es el marcador tumoral más utilizado para el diagnóstico y vigilancia de hepatocarcinoma. Esta glicoproteína es producida normalmente por el hígado fetal y puede ser sintetizada además por el hepatocarcinoma. Puede elevarse además en el embarazo y en tumores testiculares. Pueden encontrarse elevaciones leves en personas con hepatitis crónica cuando hay reactivaciones, particularmente hepatitis viral B y C. Es importante recalcar que la sensibilidad de la alfa fetoproteína es baja, particularmente en tumores menores de 3 cm. Su rendimiento como examen depende del punto de corte empleado, por ejemplo si se usan niveles > 20 µg/L su sensibilidad es 62% y especificidad es 89%. Si se utiliza un punto de corte > 400 µg/L la sensibilidad es sólo 22% y especificidad sube a 99%. Existen otros marcadores tumorales que se han usado con la idea de mejorar el rendimiento de la alfa fetoproteína, sin embargo, hasta el momento no han logrado superarla.

Biopsia
La confirmación del diagnóstico de la mayoría de las lesiones malignas requiere la obtención de histología mediante una biopsia o citología. Este concepto se ha ido abandonando progresivamente en los algoritmos diagnósticos del hepatocarcinoma, debido a que las imágenes permiten en la mayoría de los casos tener una certeza diagnóstica muy alta. La biopsia de las lesiones se emplea en casos de persistir una duda diagnóstica. Las biopsia tiene riesgos: hemorragia y diseminación del tumor en el tracto de la aguja de punción. La caracterización histológica del tumor (bien o mal diferenciado) tiene importancia pronóstica.

Tratamiento
Debido a que el hepatocarcinoma es un tumor que aparece habitualmente sobre un hígado cirrótico, el manejo terapéutico requiere una especial atención al grado de disfunción hepática del paciente, además de las características propias del tumor (etapificación).
Las opciones de tratamiento son actualmente múltiples, por lo que la decisión del mejor tratamiento requiere de la evaluación de un equipo médico con experiencia en la evaluación y manejo de pacientes con esta patología. Este grupo multidisciplinario habitualmente incluye hepatólogos, cirujanos hepato-biliares y radiólogos.
Dentro de las opciones de tratamiento disponibles se cuentan las siguientes:
- Resección hepática
La cirugía para resecar el segmento hepático comprometido por el tumor se considera la terapia de elección en aquellos pacientes resecables con buena función hepática. Desgraciadamente sólo una minoría de los pacientes con hepatocarcinoma son candidatos a resección. Por resecable se entiende un tumor confinado al hígado y que permita dejar una porción de hígado suficiente para mantener una función hepática aceptable post-operatoria. Buena función hepática se refiere a estar en clasificación Child-Pugh A y tener valores de bilirrubina normal, sin hipertensión portal.

- Trasplante hepático
El trasplante hepático es una excelente opción para aquellos pacientes con hepatocarcinoma no metastásico que cumplen con las condiciones para un trasplante y que además cumplen ciertas condiciones de tamaño del tumor. Los criterios de tamaño más utilizados para considerar el trasplante hepático son conocidos como criterios de Milán:
  •  Una lesión de menos de 5 cm de diámetro.
  •  No más de 3 lesiones, cada una menor de 3 cm de diámetro.
Cuando se cumplen estos criterios, la sobrevida con trasplante hepático es comparable a la de pacientes trasplantados sin hepatocarcinoma. Uno de los problemas del trasplante es que los tiempos de espera pueden ser más de un año, período en el que el tumor puede seguir creciendo y exceder los criterios descritos. Por esta razón, frecuentemente se utilizan terapias "puente" en pacientes que esperan un trasplante. La más utilizada es la quimioembolización.

- Radiofrecuencia
La ablación por radiofrecuencia es una forma de producir necrosis tumoral mediante la aplicación local de calor con una aguja que produce una corriente de electricidad alternante de alta frecuencia. La radiofrecuencia se aplica generalmente a pacientes con Child-Pugh A o B, no candidatos a trasplante o que tienen lesiones que exceden los criteriso de Milán. También se utiliza como terapia puente antes del trasplante hepático. La aplicación de radiofrecuencia puede hacerse percutánea o intraoperatoria (ya sea laparoscópica o por laparotomía).

- Alcoholización
La inyección de etanol (alcohol etílico) directamente en el tumor produce necrosis y es una alternativa de bajo costo y relativamente sencilla de realizar. La radiofrecuencia la ha suplantado en muchas partes debido a su mayor efectividad. En lugar de alcohol, se ha utilizado también ácido acético con buenos resultados.

- Quimioembolización
La quimioembolización consiste en la inyección de una sustancia quimioterápica (doxorrubicina, mitocina o cisplatino) y un agente embolizante por vía intra-arterial hepática. El procedimiento requiere de cateterismo de la arteria hepática. Frecuentemente los pacientes presentan el llamado síndrome post-embolización, que se caracteriza por fiebre, dolor abdominal, náuseas y elevación de transaminasas. En algunos casos se llega a producir insuficiencia hepática aguda. La selección adecuada de los pacientes es muy importante para evitar esta temida complicación.

- Terapia sistémicas
Tanto la quimioterapia sistémica como la radioterapia son de utilidad muy limitada en el hepatocarcinoma y su uso sólo se recomienda dentro de protocolos de investigación.
Recientemente se ha demostrado la utilidad del sorafenib (Nexavar®) en el tratamiento del carcinoma hepatocelular en enfermedad avanzada, prolongando la sobrevida.
A pesar de todas estas alternativas terapéuticas, existe un grupo importante de pacientes a los que se pueden ofrecer pocas alternativas de tratamiento, ya sea porque su función hepática está muy alterada (pacientes con clasificación C de Child-Pugh) o porque el hepatocarcinoma está muy avanzado.

Hepatitis significa inflamación del hígado. Hay muchas causas por las que el hígado puede presentar inflamación, como por ejemplo infecciones por virus de hepatitis, acumulación de grasa, ciertos medicamentos, exceso de hierro o cobre, etcétera. Un grupo de enfermedades del hígado se asocia a una activación descontrolada del sistema inmune (las defensas del organismo), que deja de reconocer los órganos y tejidos como propios y produce daño a uno o varios órganos.
Dentro de las enfermedades de tipo autoinmune del hígado se encuentran:
  •  Hepatitis autoinmune.
  •  Cirrosis biliar primaria.
  •  Colangitis esclerosante.
  •  Síndromes de sobreposición.
En este artículo nos referiremos en forma particular a la hepatitis autoinmune.

Causas
La causa de la hepatitis autoinmune no se conoce, sin embargo, se sabe que existe una cierta predisposición genética para desarrollar esta enfermedad, al igual que ocurre con otras enfermedades de tipo autoinmune. En ocasiones es posible identificar un factor gatillante de tipo infeccioso que inicia el proceso inflamatorio hepático y que puede persistir incluso después de eliminada la infección, como ocurre ocasionalmente con la infección por virus de hepatitis A. Ciertos medicamentos como la nitrofurantoína y la minociclina pueden gatillar una hepatitis autoinmune.


Características clínicas
La hepatitis autoinmune afecta mayoritariamente a mujeres jóvenes, pero puede verse a toda edad. Los síntomas son variables, ya que la enfermedad tiene un curso fluctuante. No es raro que la enfermedad se diagnostique por alteraciones de laboratorio en personas que no presentan síntomas. Pueden existir síntomas inespecíficos como fatigabilidad, náuseas, dolor abdominal y dolores articulares. Algunos pacientes pueden presentarse como una hepatitis aguda fulminante, con ictericia importante, disminución de la protrombina y encefalopatía. Cuando la enfermedad está más avanzada, los enfermos pueden presentar los síntomas propios de la cirrosis: ictericia, coluria, ascitis, encefalopatía y hemorragia variceal.
Algunos pacientes presentan manifestaciones extrahepáticas de la enfermedad, particularmente enfermedades autoinmunes de otros órganos como tiroiditis, anemia hemolítica autoinmune, púrpura trombocitopénica inmunológica, diabetes mellitus y síndrome autoinmune poliglandular.

La hepatitis autoinmune se clasifica en:
  •  Tipo 1: Es la forma más frecuente y puede verse a cualquier edad. Habitualmente se presenta con anticuerpos anti-nucleares (ANA) o anti-músculo liso (ASMA).

  •  Tipo 2: Se presenta en niños y adolescentes. Su marcador más característico es la presencia de anticuerpos anti-microsomales de hígado-riñón (LKM-1).

Diagnóstico
No existe una manifestación clínica o examen de laboratorio aislado que permita diagnosticar con certeza esta enfermedad, y se emplea una combinación de criterios clínicos, de laboratorio e histológicos.
Los hallazgos de laboratorio incluyen elevaciones variables de las transaminasas (SGOT/AST y SGPT/ALT) con valores normales o mínimamente elevados de fosfatasas alcalinas y gama glutamil transpeptidasa (GGT). Puede haber elevación de la bilirrubina, disminución de la albúmina y prolongación del tiempo de protrombina. Característicamente los niveles de inmunoglobulina G (IgG) están elevados. Como parte de la evaluación, los marcadores serológicos para hepatitis virales son negativos.
a histología obtenida en la biopsia hepática es uno de los principales elementos del diagnóstico, siendo los hallazgos característicos la hepatitis de interfase y la presencia de inflamación con células plasmáticas.
El diagnóstico requiere que se excluyan otras causas de enfermedad hepática como hepatitis virales, consumo excesivo de alcohol o exposición a medicamentos hepatotóxicos. Se han desarrollado criterios diagnósticos que permiten obtener un puntaje y clasificar en hepatitis autoinmune probable o definitiva. La respuesta a tratamiento es un criterio importante del diagnóstico.


Tratamiento
No todos los pacientes con hepatitis autoinmune requieren tratamiento. Se aceptan ciertos criterios para comenzar el tratamiento:
  •  Transaminasas sobre 10 veces el valor máximo normal.
  •  Transaminasas sobre 5 veces el valor máximo normal en presencia de gammaglobulinas (o IgG) sobre 2 veces valor máximo normal.
  •  Necrosis en puente en la biopsia hepática.
  •  Dentro de las indicaciones relativas están la presencia de síntomas (fatiga, artralgia, ictericia) y hepatitis de interfase en la biopsia.
 La mayoría de los niños debiera recibir tratamiento al momento del diagnóstico.
El tratamiento de la hepatitis autoinmune se hace con medicamentos que disminuyen la activación de las células inmunológicas. Los medicamentos más usados son los corticoides (prednisona) y la azatioprina. Los medicamentos utilizados pueden tener efectos adversos. Los corticoides pueden producir cambios en la forma de la cara, aumento del apetito y aparición de acné, además de aumentar la posibilidad de osteoporosis, diabetes e hipertensión. La azatioprina es bien tolerada por lo general, pero se asocia a neutropenia dependiendo de la dosis, además del riesgo de pancreatitis y hepatotoxicidad. El tratamiento debe ser supervisado de cerca por un hepatólogo con experiencia.

Pronóstico
La hepatitis autoinmune no tratada puede tener un curso progresivo y llevar a la cirrosis hepática. Afortunadamente, el tratamiento adecuado puede evitar que esto ocurra en la mayoría de los pacientes. Incluso en pacientes que debutan con cirrosis, el tratamiento puede llevar a reducción de la fibrosis y reversión de la cirrosis hepática en algunos casos. En los pacientes en que la enfermedad ha avanzado hacia una cirrosis descompensada o se presentan como una hepatitis fulminante, el trasplante hepático es una buena opción, con excelente sobrevida. Si bien la enfermedad puede recurrir en un 20 a 30% de los pacientes trasplantados, habitualmente se controla bien ajustando el nivel de inmunosupresión eriencia en el manejo de estas enfermedades.

Como interviene la terapia física?
En estados muy avanzados cuando los pacientes pasan mucho tiempo en cama se presenta una intervención fisioterapéutica general para los pacientes con estas patologías, en la cual se justifica la realización del entrenamiento de movilizaciones o ejercicios en cama , y la estimulación de diferentes sistemas corporales de integración, movilización y protección, abarca una descripción analítica y descriptiva de la actividad que evidencia su ejecución, así como distintas técnicas fisioterapéuticas. Pretende ser una guía para el terapeuta pero no debe ser tomada como un protocolo de tratamiento para estos pacientes, ya que el tratamiento debe ser individualizado según el estado y características de cada persona, se espera que permita el avance y la mejoría de estas.


Imagen tomada 7/4/2011 de: http://www.colfisio.org/php/detalle_punto_campanias.php?id_punto=11


Es indiscutible la efectividad del ejercicio terapéutico para la educación neuromuscular, por lo menos en función de la producción de cambios a corto plazo en el tono muscular y de la potencia de los movimientos voluntarios en pacientes tanto adultos como pediátricos. No es sorprendente que tales técnicas dependan para ser eficaces de las manifestaciones de las estructuras neuroanatómicas fundamentales y de la función neurofisiológica. En consecuencia, tanto más probable resulta que, con una terapia apropiada, el proceso de rehabilitación sea inherente en la recuperación de las estructuras afectadas para que puedan ser orientadas hacia un óptimo resultado funcional.
La rehabilitación de los pacientes con afecciones neurológicas busca que estos logren desenvolverse lo mejor posible en su medio social. Para ello su atención debe darse de forma integral, que incluya tanto la atención médica especializada como la terapia psicológica y ocupacional.

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